El sonido
envolvió el auto entero. “Highway to Hell” llegó hasta mis oídos, Zagiel sonrió
y comenzó a cantar, lo hacía terrible pero aun así comencé a hacerle segunda y
Mariketa finalmente cedió y se nos unió. Era genial y aunque éramos bastante
malos eso lo hacía muy divertido. Después vino otra canción más “Rock N’ Roll
Train”. Zagiel dio un pequeño grito de «Woha» y siguió cantando.
Se habían ido los nervios, las preocupaciones y ahora solo esperaba ansiosa por mi destino.
Se habían ido los nervios, las preocupaciones y ahora solo esperaba ansiosa por mi destino.
El auto se
detuvo al mismo tiempo que la música. Abrí ansiosa la puerta saliendo tan
rápido como pude.
—Espera,
Kaylee—Zagiel reía mientras bajaba las valijas del maletero.
Solo le
enseñé la lengua y me quedé observando el edificio frente a mí. No era
demasiado alto. Tres pisos únicamente. Pero seguramente sería acogedor. Mi
hermano me conocía lo suficiente para elegir algo donde me sintiera cómoda.
—Sé que te gustará— dijo Mariketa tomándome
del brazo.
Solo le
sonreí, estaba muy emocionada con todo esto. El lugar era realmente hermoso y
perfecto para mí.
Al entrar al
edificio mi hermano caminaba detrás de nosotras con las maletas cargando, se
detuvo un momento y después de dejar mi equipaje en el piso se acercó al hombre
detrás del mostrador.
Mientras
hablaban Mariketa me mostraba un poco de la arquitectura de aquel edificio,
parecía muy antiguo pero era realmente impresionante, la arquitectura mantenía
ese toque de cuando fue construida, las columnas permanecían casi completamente
intactas, podía verse aquel hermoso terminado cuidadosamente tallado formando
enormes espirales hechas de flores. Al centro del techo colgaba una magnifica
araña (lámpara colgante). Por un momento vino a mí el pensamiento de que si
cayera y yo estuviera justo a la mitad de la recepción posiblemente no quedaría
nada de mi más que una mancha en el piso.
Reí ante el
pensamiento.
La voz de Zag
me sacó de mis pensamientos cuando me pidió que me acercara a él y al hombre
con quien se encontraba hablando. Alto, aun más que mi hermano, posiblemente —en
un mal cálculo—de cerca de cuarenta años de edad, cabello negro con los rastros
de algunas canas, ojos verdes y piel muy blanca.
—Kayla, él es
Abel y es el dueño del edificio. Abel ella es mi hermana, Kayla —extendí la
mano para saludar al hombre.
—Mucho gusto —exclamó
y pude notar su acento. Una mezcla alemana pero el idioma no lo era
completamente.
—Con Abel
hicimos el trato para que nos vendiera el piso donde vivirás.
—No
acostumbro venderlos, porque sino el dinero se pierde —rió—. Ya lo sabes…
—Una persona
paga más en renta al año de lo que cuestan estos apartamentos—le interrumpió mi
hermano.
—Siempre con
demasiada información, Zagiel —negó con diversión Abel—. Un gusto conocerte,
Kayla, pero debes conocer tu nuevo hogar así que no te quito más tu tiempo.
Y con una
sonrisa dio media vuelta marchándose. Era la primera vez en mi vida que no
hablaba ante un saludo, la conversación fue solo de Zagiel y Abel.
—Es de
confianza, Kaylee. Con él puedes ir cuando necesites algo y yo no esté contigo.
—Está bien —me
encogí de hombros.
Zagiel volvió
a cargar las maletas y llegamos hasta un elevador. Nunca antes había estado
dentro de uno de estos, un lugar muy pequeño para mi gusto aunque no me
considero claustrofóbica. Dentro podían escucharse los rechinidos de la
maquinaria que gracias a eso pude saber que era igual de vieja que todo lo
demás, parecía que a este lugar le faltaban algunas reparaciones —quizá más de
las que tenía— para poder evitar futuros accidentes.
La “caja” del
elevador se sacudió con violencia y de pronto se detuvo con un fuerte sonido.
Un pequeño ‘ding’ dio la señal y las puertas se abrieron dejando frente a
nosotros un pasillo largo. Mi piso era el último y parecía estar bien una vez
terminado el viaje en el elevador. Zagiel y Mariketa me condujeron por el
pasillo hasta llegar a una puerta. Mi hermano sacó algo de su bolsillo.
—Kaylee. Este
es tu apartamento, y estas son tus llaves —me mostró un par de llaves las
cuales estaban enganchadas a un llavero metálico con distintos dijes—. Este… —señaló
uno en forma de pentagrama—. Es para tu protección. Este otro…—tomó con la yema
de los dedos una figura en forma de media luna—. Es para mantener alejada la
obscuridad. Este último… —dijo señalando unas alas de ángel —…es para
recordarte quien eres.
Me ofreció
las llaves. Yo sabía que me había querido decir con los dos primeros pero el
último me había dejado con una gran duda, no comprendía cómo podría recordar
quien soy con unas alas de ángel.
—Gracias,
Zag.
Tomé las
llaves y después introduje una en la cerradura, esta encajó perfectamente, al
girarla se escuchó un chasquido y la puerta se abrió. Mariketa me empujó por la
espalda para que fuera la primera en entrar mientras ellos caminaban detrás de
mí. Aquel lugar era realmente perfecto, no lo hubiera imaginado de este modo.
La habitación principal estaba completamente iluminada con un color perla en
las paredes en el cual resaltaba un acabado de madera en las columnas, las
cortinas se encontraban en un color pulcramente blanco con una combinación con
otras más en color chedron que las acompañaban sujetas juntas por un listón,
una en cada orilla de las ventanas.
La pequeña sala
se encontraba en color marrón muy claro y hacía juego con los cojines de igual
color a las cortinas, chedron. La pequeña mesa de centro tenía la base de
madera obscura mientras esta sostenía un ovalo de cristal con un pequeño
florero con azucenas en él. Cuadros artísticos colgados en las paredes, una
pequeña ‘araña’ colgando del techo, igual de hermosa que la del vestíbulo. Todo
era estupendo, perfecto simplemente.
Escuché el
ligero golpe en el piso producido por el peso de las maletas al caer. Voltee la
mirada hacia mi hermano quien me miraba sonriendo.
—¿Te gusta? —me
preguntó con una sonrisa.
—¿Qué si me
gusta? ¡Es perfecto! —respondí con tal emoción que me fue desconocida. —Gracias,
realmente papá y tú me conocen bien.
—¡Hey! Yo
también ayudé —la voz de Mariketa se escuchó en un chillido. Me acerqué a ella
y la abracé por el cuello.
—Claro que
sí. Mucho de esto tiene tu nombre por todos lados, brujita —y no podía ocultar
la alegría y emoción en mi voz.
—¿Quieres que
te ayude a desempacar, Kaylee? —escuché la voz de Mariketa nuevamente.
—Creo que sí,
gracias.
—Ustedes
ocúpense de eso. Yo regreso más tarde, debo ir por algunas cosas más que
encargué para ti, Kaylee.
Dicho esto,
mi hermano salió cerrando la puerta a su paso. Mariketa y yo llevamos las
maletas a la que, a partir de ese momento, sería mi habitación.
Al entrar me
quedé sorprendida. Realmente se habían esmerado mucho en todo. La habitación
era realmente espaciosa, de un color champagne en donde resaltaban los
preciosos acabados en madera color blanco de la gran ventana que daba paso a un
pequeño balcón. Las cortinas eran en color blanco con un bonito encaje. La cama
era amplia pero solo lo suficiente, el respaldar estaba en color blanco igualmente
a la colcha en el cual se veía estampada una enorme azucena en color azul
pálido—que parecía, haber sido pintada con un pincel, por una mano
despreocupada y delicada— la cual
combinaba con su juego de sábanas blancas, los cojines eran dos blancos y dos
azul pálido. Nunca he tenido problemas con los colores pero Mariketa, a veces,
acostumbraba a exagerar en cuanto a decoración se refería. Pero esta vez ¡había sido esplendida!
— ¿Y bien,
que te parece? —me preguntó Mariketa con los ojos fijos en mi. Con ese brillo
que solo se podía observar cuando esperaba una buena critica a su trabajo, ya
que estaba satisfecha con él.
—Es…
— ¿Si? —Arqueó
sus cejas en mi dirección.
— ¡Es
magnífica! Me gusta mucho. Gracias, Mary —me acerqué a ella y la abracé.
—No es nada,
Kaylee — dijo al tiempo que sus brazos me rodeaban devolviendo el abrazo. —Hice
lo mejor que pude. Sé que a veces puedo exagerar un poquito —hice una mueca
acusatoria con un poco de diversión al separarme de ella. — Está bien, está
bien —levantó las manos simulando derrota. — Puedo exagerar mucho, pero esta
vez no lo hice.
—A quedado
perfecta —mis labios se curvaron en una sonrisa sincera.
Mariketa
sonrió de nuevo y yo eché una mirada más antes de volver a la estancia. Todo
aun me parecía un poco irreal pero sin duda lo era.
—No tardarás
en acostumbrarte— la voz de Mariketa se escuchó serena pero con un matiz de
tristeza. —Voy a extrañarte cuando no estés, Kaylee.
—También voy
a extrañarte, Mary, y sinceramente no sé qué haré tanto tiempo, es decir, no
tendré las tontas clases con los zombies.
—Tu padre se
ha encargado de eso ya. Encontró un colegio de arte y literatura a poco tiempo
de aquí.
—¿Un colegio
de literatura? —ella asintió.
—No dudó un
segundo en inscribirte— sonrió complacida. — Sé que lo harás bien — le devolví
la sonrisa. Sin duda las cosas estaban dando un giro completamente inesperado,
la perspectiva de mi vida estaba cambiando y eso me hacía feliz, sin embargo,
no podía dejar de preguntarme el ¿Por qué? De este cambio tan repentino.
La puerta se
abrió con un fuerte golpe y Mariketa soltó una palabrota en alto. Giré la vista
hacia la entrada y mi hermano se encontraba ahí. Con cuatro enormes cajas
apiladas una sobre otra siendo su base de la inicial, los brazos de mi hermano.
Habían pasado cerca de dos horas desde que se había marchado sin decir a donde.
—Me vendría
bien una mano— dijo él mientras las cajas se tambaleaban ante su caminar. Me
acerqué a él y quité una la cual me resultó más pesada de lo que había pensado,
me tambalee al dar un par de pasos pero pude mantenerme firme, dejé la caja en
el piso para ayudarle a retirar las demás de sus brazos. Cuando no hubo más
cajas Zagiel llevó ambas manos a su espalda y se estiró soltando un quejido. —Me
habría venido bien tu ayuda, Mariketa.
—¿Ayuda? Por
poco me matas de un susto—chilló ella.
—Sabes que
eso no es posible. Lo único que conseguí fue que me insultaras.
—¿Qué
esperabas? ¿Qué te diera un premio? Deberías agradecer que no te convertí en
una cucaracha— refunfuñó Mariketa cruzándose de brazo.
—No lo harías—
sonrió mi hermano. —Las cucarachas te dan miedo.
—No me retes,
Zagiel— Mariketa le apunto con el dedo mientras apretaba el resto de ellos en
un puño. —Sabes que no me importará.
—Ya basta
ustedes dos —intervine. —Zag ¿Por qué tardaste tanto?
—Bueno… tenía
que ir por todo, además necesitaba revisar otras cosas—
—Vale.
Entonces… ¿ustedes volverán a infra tierra? —pregunté mirando a mi hermano.
—Vas a estar
bien, Kaylee, no debes preocuparte por nada— me pasó un brazo por los hombros y
me abrazó por el cuello.
—Además,
sabes cómo contactar conmigo—saltó Mariketa.
—¿Haciendo un
ritual vudú? —bromee pero ella apenas se rio. Sabía que a los tres nos costaban
trabajo las despedidas, no sabía hasta cuando los volvería a ver. Largué un
suspiro y los miré a ambos. — Estaré bien, además van a visitarme siempre que
puedan ¿no es cierto? —ellos asintieron. — Así que no deben preocuparse por mi,
sé cuidarme sola, probaré las clases de esgrima que tuve desde que tenía doce —ellos
se rieron y mi hermano me besó la frente, Mariketa me abrazó con fuerza y
finalmente el silencio envolvió el apartamento cuando ambos salieron.
Después de
una hora terminé de ordenar todo, me desplomé sobre el sofá y escuché mi estómago
gruñir. Me levanté desganada y después de unos minutos tenía listo un sándwich el
cual engullí rápidamente. Después de mi pequeña cena me dirigí a darme una
ducha caliente siguiendo así el camino a mi cama la cual, era realmente cómoda.
Me quedé mirando al techo y una sonrisa se escapó de mis labios, Zagiel había
hecho la misma decoración que tenía en mi antigua habitación, pensando
posiblemente en que no me sintiera tan fuera de casa. Me envolví en las cobijas
dejando caer en los brazos de Morfeo.
Hola a tod@s lamento la tardanza se me vino la semana de exámenes y otras cosas encima, pero aquí ya está el capitulo. Gracias a quienes aun se toman el tiempo de leer. Bueno, los capitulos los subiré (ahora si) Todos los sábados, y si puedo, subiré uno los miercoles. Gracias de nuevo y espero sus comentarios, saben que son muy importantes para mi.
Nos leemos la próxima.
Hola a tod@s lamento la tardanza se me vino la semana de exámenes y otras cosas encima, pero aquí ya está el capitulo. Gracias a quienes aun se toman el tiempo de leer. Bueno, los capitulos los subiré (ahora si) Todos los sábados, y si puedo, subiré uno los miercoles. Gracias de nuevo y espero sus comentarios, saben que son muy importantes para mi.
Nos leemos la próxima.
ME ENCANTÓ, vale la pena la espera *O* <3
ResponderEliminaresperare a lo próximo
cuídate mucho y nos leemos luego :)
me encantoo el cap
ResponderEliminarquiero saber mas, me alegra que hayas vuelto n_n
espero el prox
bye cte:)
hermoso :3 me encanto
ResponderEliminarno hace mucho que descubrí tu fic pero me alegra que ya hayas podido publicar ^-^espero el próximo capitulo con ansias
cuidate mucho ciao ^w^/