domingo, 12 de mayo de 2013

Capitulo 1

—La luna se alzaba entre las copas de los árboles. Las sombras los cobijaban mientras su paso apenas se hacía notar con el golpeteo de los talones que lo pisaban muy levemente casi sin rosar el piso. Un paso apresurado, no querían perder la oportunidad, no querían dejarlos escapar. Sus movimientos eran rápidos, agiles y el silbido quedaba presente cuando su cuerpo ya no lo estaba. A pesar de esa luz azul, no podía verse su sombra.

Un estruendo los hizo alertarse completamente. Un solo parpadeo y los tenían rodeados. Una sola embestida y pronto, todo acabaría… Nos acercábamos cada vez más, cuando de pronto…¡¡PAM!!

La carcajada de Zagiel interrumpió el grito que había soltado Mariketa después de que propiciara tremendo golpe con un mazo a una de las láminas gruesas de metal que estaban detrás de él.



—Zagiel ¡Idiota! ¿Por qué hiciste eso?



Zagiel reía tan fuerte que soltó un sonido similar a un ronquido o el chillido de un puerco. Se tapó la boca de inmediato y su rostro adoptó ese color rojo.



—Solo fue una broma. No tienes que molestarte tanto Mariketa.
— ¿Molestarme? Molestarme es poco. Casi me matas del susto, la próxima vez que quieras hacer una de tus estúpidas bromas, ¡Piénsalo dos veces!



Puso sus dedos extendido frente al rostro de Zagiel mostrando el número dos.



—Ya basta — rió bajo — ¿Tú no estás molesta verdad Kaylee?
—Claro que no. Mariketa es la que tiene los nervios de punta, no yo. Pero sin duda has arruinado un buen relato.
—Te aseguro que de bueno no tenía nada. Podrás dormir tranquila de saber que no fue interesante.
—Cualquier cosa relacionada con el exterior es interesante para mí.



Estiré mis piernas y me levanté. Con el reflejo del fuego golpeándome el rostro me giré para darle la espalda a mi hermano. A veces Zag podía ser demasiado irritante y sin duda había arruinado completamente la noche de fogata. Nunca comprendí porque hacíamos estas noches, no es como si fuera necesario. En un principio lo hacíamos para salir de rutina, pero ahora ¿Qué no se había vuelto eso? ¿Una rutina?


Bajé las manos, pegando mis brazos a mis costados.



—Cuando tengas ganas de contar algo un poco más serio, me avisas.



Caminé de vuelta a casa, al menos era lo que yo conocía como mi casa. Al cruzar el umbral de la puerta escuché una voz grave proveniente de la estancia.



— ¿Tan pronto de vuelta?
—Sí. Zagiel comenzó con unos de sus intentos para parecer gracioso.
— ¿Te molestó?
—Un poco. Parecía un buen relato.
— ¿Sobre “arriba”?
—Si — suspiré y me dejé caer sobre el enorme sillón.
—Últimamente esos temas atraen mucho tu atención.
—Es algo que no puedo evitar. La infra tierra es lo único que conozco desde hace 19 años. Quiero ver que hay arriba. Conocer otros rostros, ir al colegio…
— ¿Colegio? Eso no es algo que una chica de tu edad diría Kaylee.
—Lo sé. Pero si lo diría una chica que no lo ha hecho nunca.
—Tienes los mejores profesores aquí.
—Papá. Realmente ¿Quién aprobaría el certificado cedido por un… prácticamente zombie?



Él soltó una carcajada grave que resonó por toda la sala. Me miró con sus enormes ojos amarillos y me dedicó una sonrisa.



—Pequeña. Siempre con tan buen humor. Quizás Zag necesite que le enseñes un poco.
—No era broma. Es la verdad. Quiero convivir con personas, con chicos y chicas de mi edad. Conocer a alguien.
—Conoces a muchos.
—Me refiero… a alguien como mamá y tú.



Su sonrisa se borró y su mirada cansada se volvió hacia mí. Sabía que no le gustaba hablar sobre mamá, siempre que mencionaba solo esa palabra, sus ojos se volvían obscuros y serios. Completamente inexpresivos al grado de quedar completamente vacíos.



—Kayla. Sabes que las cosas son distintas para cada uno. No quiero que nada te suceda.
—No va a pasar nada. No lo entiendo — resoplé con igual cansancio —no me dejas ir arriba. No me dejas cruzar el portón.
—Sabes que lo tienes prohibido.



Su voz era fría. Parecía comenzar a enfadarse. Siempre lo hacía después de tener esta conversación, ni un solo día que la tuviéramos, podíamos terminarla.



—Estoy cansada, iré a dormir.



Besé su mejilla y me dirigí hacia las escaleras, pero su voz me detuvo nuevamente.



—Kaylee. Sabes que todo lo hago por tu bien.
—Lo sé —suspiré.
—Otra cosa. Son las 6 de la tarde, no creo que tengas sueño a esta hora.
—Cierto, en realidad estoy más hambrienta que nada.



La tranquilidad volvió a su rostro y una sonrisa levantó las esquinas de sus labios.



—Sora preparó panecillos. Está en la cocina.



Le sonreí pero no pronuncié palabra alguna más. Me dirigí a grandes zancadas hacia la cocina donde Sora estaba de frente al horno. Sora era alta, tenía cerca de dos metros, el cabello color plata y tan largo que le cubría toda la espalda hasta llegar a su rodilla, pero siempre lo mantenía preso de una trenza. Sus ojos eran dos puntos completamente azules, sin iris, sin el blanco rodeándolos, solo azul, tan grandes que parecían dos gemas pegadas a su rostro completamente blanco que parecía transparente. Su delgada figura mantenía unas piernas que a partir de los muslos hacia abajo tenía un par de piernas de venado. De su cintura colgaba una falda que cubría hasta debajo de los muslos, su abdomen estaba desnudo y para cubrir su pecho tenía una especie de corsé que parecía, había pertenecido a una armadura dorada. Según lo que yo sabía de ella, tenía cerca de 350 años.



Sora se volteó y me miró y sonrió, sus dientes, en fila y amarillosos se mostraron a mí. Le respondí con igual enorme sonrisa que mostró mis dientes. Yo al contrario de Sora, mantenía una estatura que rasguñaba apenas los 1.72 de alto. Mi piel era menos blanca, mucho menos que la de Sora. Mi cabello era completamente negro y el largo llegaba solo a unos míseros 10 centímetros debajo de mi hombro. Llevaba un flequillo que nacía desde un lateral del borde de donde comenzaba mi cabello y terminaba debajo de mis pómulos. Un flequillo que Zag nombró una vez como “emo”. Mis ojos eran de un tono dorado y a diferencia del gusto de moda de Sora, los jeans, una polera con mangas cortas y una sudadera de lana con capucha, era mi elección casi diaria.



— ¿Hambrienta, pequeña?
—Si, bastante.
—Me alegra escuchar eso. Estos panecillos me han quedado deliciosos, los rellené con un poco de chocolate, unos con vainilla y otros con fresa y cajeta.
—Se ven deliciosos.



Sora siempre cumplía mis expectativas cuando se trataba de la cocina. Sus postres eran los más deliciosos que jamás había probado alguien. Sus guisados eran exquisitos. Siempre me hacía comer mucho y me empalagaba con todo tipo de galletas, pasteles y otras golosinas.



—Hice muchos y todos para ti. Espero por lo menos hacer que tus mejillas se vean como cuando eras pequeña. Antes podía apretujarlas fácilmente y ahora, ahora apenas y puedo tocarlas.
—No exageres, Sora. Aun puedes. —reí por lo bajo.
—Quizás si exagere un poco, pero te ves tan tierna con las mejillas regordetas.



Menee la cabeza en negación mientras reía y tomaba un pastelillo que se veía prometedor. Le di un mordisco grande y la jalea de fresa cayó por mi labio hasta mi barbilla. Estaba realmente delicioso y casi me vi desde fuera de mi cuerpo con las mejillas sonrosadas y en mis ojos puestas un par de estrellas. Sora sonrió ante mi reacción y puso un vaso con leche tibia, lo bebí para pasar el pastelillo.



—Te dije que estaban deliciosos.
—Mmh — tragué — nunca dudé de ti.



La puerta se escuchó y después la voz de Zagiel pero alguien más lo acompañaba. Zag fue el primero en entrar a la cocina. Con los ojos cerrados e inhalando tan fuerte que podía escuchar el viento hundirse dentro de su nariz. Zagiel, a contrario mío, era alto, de 1.90 metros de altura. Sus cabellos eran de un color dorado cobrizo. Sus ojos eran azul intenso, pero a diferencia de Sora, este si mantenía su iris y el blanco rodeando al azul. Su piel era más bronceada, aunque no tanto, también podía verse la falta de luz de sol en ella. Era —según Mariketa — guapo. Aunque siendo mi hermano, yo estaba acostumbrada a verle.



— ¿Son panecillos lo que huelo?
—Ni se te ocurra ponerles una mano encima, Zagiel —le advirtió amenazadora, señalándolo con la cuchara con que batía la mezcla —los he hecho para Kaylee.
—Si, por supuesto —él la ignoró completamente y tomó uno en cada mano dando un mordisco a cada uno.
—Te dije que eran para Kaylee, tremendo cabeza de troll.
—Te apuesto a que un troll no es tan guapo como yo.
—No — dijo Mariketa entrando a la cocina — pero tiene más cerebro que tu.



Sora rió divertida, aunque el comentario no tenía mucha gracia. Mariketa era mi amiga desde que éramos muy niñas. Ella tiene 1.60 de altura, su cabello es rubio y su piel está bronceada. Ella ha tenido más suerte que yo, ha podido ir arriba más ocasiones que yo. Incluso una es más de lo que yo he podido ir. Es delgada y con unos enormes ojos verdes. Es muy bonita, ah, y olvidaba mencionar que es una bruja esplendida.



—Mariketa, linda. Lo que pasa es que tu estás enamorada de mi, y hasta el momento en que lo aceptes yo podré dar el siguiente paso.
—Zagiel, preferiría salir con un Treant o un ciclope que contigo.



Sora rió de nuevo. No sé porque le parecía tan divertido que se burlaran de los desdichados como los treant, esas criaturas eran tranquilas. Mitad hombres y mitad árboles.



—Ya basta chicos — intervino Sora —Mariketa ¿tienes hambre? Acabo de hacer unos pastelillos deliciosos. —Zag abrió la boca
—Pero ¿Por qué a ella si le das? —protestó.
—A las chicas hay que consentirlas, además ellas necesitan más de estos postres, míralas están tan delgadas.
—Pero yo — protestó de nuevo Zag —estoy en desarrollo también, digo estos músculos — flexionó los brazos mostrando los bíceps— no se forman solos.



Sora roló los ojos y le acercó una bandeja con pastelillos. Después nos ofreció más a Mariketa y a mi. Detrás de los pastelillos venían unas galletas de avena con chispas de chocolate. Sonreí como una niña pequeña y comencé a comer todo lo que podía.

Después de comer estábamos sentados en los sillones de la sala, completamente satisfechos por nuestra merienda. Desparramados en la tela color nuez moscada. Sora se acercó a mi y me sonrió como si fuéramos cómplices de algún delito. Sacó un paquete envuelto en papel marrón y me lo dio. Con la curiosidad desbordando de mi — como ya era mi costumbre — abrí deprisa el paquete, mi sonrisa se ensanchó tanto como la de Cheshire de Alicia en el país de las maravillas.



— ¡Me encanta! —la abracé.
—Lo sabía ¿terminaste el otro? —me dijo correspondiendo mi abrazo.
—Si, lo he hecho, ha sido fantástico. Estoy pensando completamente en teñir mi cabello de azul.



Sora echó a reír a carcajadas y después me miró con las pequeñas arruguillas de los ojos a causa de su risa.



—Está perfecto así — me dijo tomando uno de mis negros mechones ondulados.
—Gracias. Solo bromeaba, es simplemente que… me atrapó mucho la historia. Karou y Akiva —en ese momento mi voz se apagó.
—Ay mi hermosa niña —Sora me tomó las manos y me hizo sentarme de nuevo —seguro podrás tener tu propia aventura. Aunque esos, son solo libros. La vida es muy distinta a todo lo que está escrito en ellos —la miré como cuando un niño abre un regalo y no es lo que esperaba, con un poco de decepción — Kayla, después no me vengas con que quieres que un serafín como Akiva venga a por ti y bajarte la luna y las estrellas.



Su voz tenía humor, sin duda trataba de que el mío mejorara. Logró hacerme sonreír. Tomó mi rostro por debajo de mi barbilla y me dio una corta caricia. Sus esferas azules me contemplaron un momento y después sus parpados se cerraron y me miró bajo esas largas y plateadas pestañas.



—Ahora, vete a dormir — besó mi frente.
—Si. Mañana tengo clase con el zombie de historia.
—Esos profesores no pueden ser tan malos — murmuró Sora.
—Valla que lo son. ¡Están muertos! —mi voz sonó chillona y a la vez algo se atoró en mi garganta haciéndome toser después.



Sora rió bajo y después meneó la cabeza en negación con una sonrisa que decía « ¿Qué voy a hacer contigo?» Tomé camino rumbo a mi habitación. Sabía que era de noche, porque mi cuerpo me decía que estaba cansado. Porque siempre a las 6 de la tarde, Sora tenía listos los postres para merendar y cuando terminábamos leíamos juntas un par de horas, a excepción de que tuviéramos visitas, como Mariketa. Mi reloj también me indicaba cuando llegaba la noche. Mi padre y los cercanos a mí, lo llamaban infra tierra. Pero solo lo hacían conmigo, lo escuché una vez llamarlo inframundo.

Las diez en punto de la noche, eso marcaba mi reloj. Me quité la ropa que llevaba puesta y me puse un conjunto de lana, un short corto y una blusa de tirantes. Me metí bajo las sábanas sintiendo la suavidad de ellas. Pronto mi calor corporal estuvo combinado al de mis cobertores y sábanas para después quedarme rendida, en los brazos de Morfeo.

Un ruido estridente retumbaba en mis oídos, mi brazo salió alargándose hasta golpear el botón encima de mi despertador. Quité las cobijas que cubrían mi rostro. Mi boca se movió pero no dije nada, solo eran sonidos de —me acabo de despertar — me levanté y fui en dirección al baño. Mi cabello era un desastre total, lo tenía apelmazado del lado donde me había quedado dormida. Lo demás estaba enmarañado y casi podría pasar por la Gorgona en persona.

Eché agua a mi rostro, para despertarme completamente. Me metí a la ducha y el agua terminó de abrir mis parpados. Este día había optado por un short de mezclilla que tenía una cuarta arriba de la rodilla y cerraba hasta la cintura, una camiseta color blanca con mangas cortas y un estampado con una boca con colmillos de vampiro y sangre escurriendo, igual al logo de la promoción de la serie “blood”.

Salí de mi casa con la mochila al hombro y caminé cerca de diez minutos hasta donde tomaba mis clases. Algo que simulaba un instituto pequeño pero que más parecía un escenario improvisado. Respiré hondo y empujé la puerta, levanté la mirada y ahí estaba el profesor.




Hola! espero les guste el capitulo de hoy. Sé que la historia cambia en distintos aspectos, como el formato, el nombre de la protagonista y eso, pero quiero su opinión. Si a ustedes no les gusta díganlo ¿si? 

Mr. Slenderman: Si me sorprendió la descripción, pero no me molesté. Lo se sanguinaria, bueno ¿que te digo? jeje, no lo soy tanto pero si un poco.

Vale, me despido, les mando un abrazo enorme y un beso. Cuídense.

9 comentarios:

  1. solo una palabra ¡¡¡WOW!!! me encantó!!!!!!!! está increíble, eres una excelente escritora. no has pensado escribir un libro? pues deberías. Espero el otro con ansias. besos

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  2. si me gusto la historia te atrapa cuando la empiezas a leer, espero el segundo capitulo a ver si en la semana lo escribes y lo sube ok tkm.

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  3. wooow nena esta genial
    me encanto, espero lo proximo ok
    en mi opinion me encanta :D
    cuidate bye

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  4. Me esta gustando la historia y espero mas un beso

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  5. Esta hermoso, mee gusta como la anterior, sigue asi escritora,

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  6. OMG me encanto muchooooooo
    espero la proxima!!!
    te cuidas mucho chao

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  7. Mmm, buen capítulo. La verdad sí me extraño un poco como empieza ahora xD, pero en fin.. Vamos a ver como se desarrolla después. Todos los nombres me gustaron, ¿de dónde los sacas? e.e'
    Bueno, eh.. Hablando de que eres poco sanguinaria, ¿te gusta el gore? e.e A mi sí: me fascina*-* asdasd. ¡Oh! Y que bueno que no te molestaste por mi 'descripción' xD.

    Sube pronto!
    Nos vemos! *-*7

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  8. oh me encanta este tipo te temas en fic... Porque no veo muchos :D ya quiero seguir leyendo más :D
    Cuídate y un abrazo :D

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  9. me encantaaaaa el titulo y todooooo
    yo prefería (tu nombre) en lugar de otro es que me da miedo (no se porque) xD
    espero el prox
    bye cte:)

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