sábado, 18 de mayo de 2013

Capitulo 2 Mascota humana

Eché agua a mi rostro, para despertarme completamente. Me metí a la ducha y el agua terminó de abrir mis parpados. Este día había optado por un short de mezclilla que tenía una cuarta arriba de la rodilla y cerraba hasta la cintura, una camiseta color blanca con mangas cortas y un estampado con una boca con colmillos de vampiro y sangre escurriendo, mientras una lengua salía comenzando a relamer los labios.
Salí de mi casa con la mochila al hombro y caminé cerca de diez minutos hasta donde tomaba mis clases. Algo que simulaba un instituto pequeño pero que más parecía un escenario improvisado. Respiré hondo y empujé la puerta, levanté la mirada y ahí estaba el profesor.



Capitulo 2



El repiqueteo de mis zapatos sonaba mientras avanzaba al solitario y único banco que se encontraba en ese salón. Colgué la mochila de una orilla de la silla y tomé un cuaderno. El profesor me daba la espalda mientras el rechinar de la tiza sobre la pizarra sonaba irritante y me hacía poner los nervios de punta. Mis dientes se apretaban mientras el ruido se volvía más estridente y completamente enloquecedor para mí. Aun así. Traté de resistir todo lo posible.

Un solo momento más y acabaría con ese sonido retumbando en mis oídos todo el resto del día. Finalmente el sonido cesó justo a tiempo o podría matar de nuevo a este zombie, aunque no le costaría trabajo regresar y tratar de vengarse. Ahora está confirmado, me he vuelto loca.

Mientras finjo poner atención y cuando él me da la espalda miró a través del cristal. Todo desde que recuerdo ha sido igual, no podría saber distinguir el día de la noche si no fuera por una rutina diaria, las deliciosas meriendas de Sora y mi despertador. No podía ver la Luna, no podía ver el Sol. En infra tierra el cielo azul no era una de las maravillas de las que se pudiera disfrutar. Al mirar arriba, lo único que podría verse era una mezcla de humos volátiles en tono verdoso, rojo y gris, que cerraban la verdadera naturaleza de lo que estaba encima de nosotros.

No cielo azul, no nubes, no estrellas. El color del día era en un tono rojizo en combinación al anaranjado, purpura y gris. Algo que asemejaba un atardecer “arriba”. Jamás en mi vida había visto un atardecer en persona, pero gracias a Mariketa, los conocía. También a la maravillosa tecnología obtenida gracias a Zagiel, un regalo de cumpleaños. Que no había puesto contento a mi padre.


—Señorita ¿está atendiendo mis palabras? — una voz vacía me reprendió de repente.
—Lo siento —me encogí de hombros. Me lanzó una mirada amenazante.
—Ponga atención.


Mis ojos se fijaron al frente mientras mi mente intentaba dibujar aquellos escenarios. Una hermosa vista a la luz de la luna llena, una caminata en la playa con el sol acariciando mi piel, con la arena bajo mis pies, el viento jugando con mi cabello, meneándolo a voluntad. Todo se reduce a una sola palabra… “Libertad”.



La voz del profesor me hacía los parpados más pesados, apoyé mi barbilla sobre mi palma intentando mantener los ojos abiertos. Uno, dos, tres, cuatro… contaba esperando no caer vencida por el sueño. No necesitaba nada de esto, se lo había dicho a mi padre. Pero él parecía atender sus propias razones.

El profesor terminó su clase de historia universal, me miró con esas cuencas que solo mantenían un rastro de lo que pudieron haber sido sus ojos y después salió por la puerta. Solté un suspiro cansado, de aburrimiento mientras esperaba por el próximo muerto andante; ¿Música? ¿Francés? ¿Alemán? ¿Ruso? ¿Baile clásico? No sabía qué era lo que seguía. Las cosas cambiaban según el ánimo de cada uno. En realidad no era importante. No es como si tuviera algo más que hacer.

Recargué el codo de la mesa y mi barbilla en mi palma, con mis dedos libres golpeteaba ligeramente la mesa con las yemas de los dedos. Diez minutos y ni una sola alma parecía llegar. Tomé mi cuaderno con un empastado grueso en color negro, las esquinas enmarcadas en plata. Un regalo de mi padre cuando cumplí 18, no lo había abierto hasta hace un par de semanas.

Una vez abierto, la hoja adherida a la segunda página fue nuevamente objetivo de mis ojos, mientras estos bailaban en las palabras que ahí se encontraban. Un suspiro más fue arrancado de mis labios mientras una risilla se escuchaba a mi espalda. Necesité de voltear la mirada para que un sabor amargo se presentara en mi boca y comenzara a descender en mi garganta, bajar más y más hasta provocarme un revuelto en mi estomago produciendo un dolor ligero pero muy desagradable.


— ¿Aun suspiras por mi? —mostró sus dientes cuando me dio esa sonrisa que amenazaba con partir su rostro.
— ¿Acaso no tienes algo productivo en que ocupar tu tiempo? —voltee la mirada a otro lado.
—Tenía pensado ir arriba, estaba pensando invitarte a venir conmigo, pero recordé que tu querido padre mantiene la llave de tu jaula bajo su resguardo.
—Araqiel, puedes guardarte tus comentarios. No me molestan en lo absoluto — traté de sonar lo más tranquila posible.
—Creo que fallé — chasqueó, pero sus sonrisa no desapareció—Tendré que averiguar qué es lo que te molesta, Kaylee.
—Kayla. Para ti. Y eso debiste notarlo al entrar, podría ser… esto —extendí mis brazos en su dirección haciendo un además para señalarlo entero.
—Sigues con tu buen humor — me levanté tomando mis cosas.
—Es una lástima que tú lo arruines.


Pasé a su lado mientras sentía su mano levantarse para intentar tomarme del brazo, levanté el brazo y extendí la mano, el anillo que adornaba mi dedo soltó una pequeña luz blanca y el cuerpo de Araqiel quedó completamente inmóvil. Moví mi cabeza en negación mientras su mirada amenazaba la mía. Salí sin más problemas y comencé a caminar entre esos colores que envolvían el día.

Las piedras sonaban mientras las golpeaba contra la punta del pie, haciéndolas rebotar. Me repetía a mi misma lo estúpida que había sido en esos momentos y ahora tenía que rendir cuentas a mi padre por haber usado el anillo contra Araqiel. Pensaba en el sermón y el castigo que me pondría mi padre. Me encontraba distraída cuando un tirón de mi brazo me hizo perder el equilibrio y caí de sentón.

Me incorporé tan pronto como pude, Mariketa reía mientras se cubría la boca son sus manos. La miré de soslayo y ella se quedó callada.


—Mariketa ¿Qué haces?
—Disculpa por hacerte caer, pero ibas muy aprisa. ¿No deberías estar en clase?
—Sin profesor, no es mi culpa —levanté las manos y puse una mirada inocente.
—Bueno, entonces quizás deberíamos ir a tu casa, seguramente Sora encontrará algo en que ocupar nuestro tiempo.
—Posiblemente. Aunque creo que no estará feliz de verme.
— ¿Por qué no visitamos a tu padre? Seguramente si le dices que no había zombie para la clase, entonces no te dará un sermón.
—Está bien.


De todas formas mi padre terminaría enterándose de todo. Él tenía una forma de saber las cosas aunque tuvieran 10 segundos de haber sucedido, no podía esconderle nada, excepto, lo de Araqiel. Mariketa había usado uno de sus hechizos para cubrir ese error de mis 16 años y hasta ahora, había funcionado perfectamente.

Caminábamos a paso tranquilo, no había porque apresurarnos. Aun así, al llegar con mi padre y me preguntara sobre el anillo, no sabía que le diría. El paisaje era exactamente el mismo, esa niebla, humo, esos colores invadiendo por completo. Los que se encontraban cerca, o quienes veíamos en nuestro camino eran los mismo rostros de siempre. No eran personas. La palabra para una descripción general podría ser «criaturas». Diferentes en el exterior, pero compartían su mundo.

Conocía a cada uno de ellos desde que era una niña. Nunca les tuve miedo, había crecido entre ellos, eran rostros que conocía de toda mi vida y algunos de ellos, como Sora, eran parte de mi familia.

Mariketa hablaba de infinidad de cosas, su lengua tenía la habilidad de moverse demasiado rápido y pronunciar todo un recital de una hora, reducido a diez minutos. Me había acostumbrado a su forma de platica tan ansiosa y apresurada, y también había aprendido a escuchar atentamente palabras clave que me dieran que contestar cuando ella preguntara sobre su conversación.

Mientras avanzábamos un minotauro se volteo hacia nosotras, de cerca de dos metros y medio, con el pelaje en un color café obscuro, unos enormes ojos negros, un aro en la nariz y con un cuerno faltante en su imponente cornamenta. Su hocico se abrió y una risa que parecía ser de entusiasmo se dejó escuchar, avanzó rápidamente hacia nosotros y me levantó sobre su hombro sosteniéndome de las piernas.


— ¡Kaylee! Mírate, como has crecido. — su voz era grave pero amable.
—También me da gusto verte Terios — una carcajada temblorosa escapó sin que pudiera evitarlo.
—Basta, bruto animal. Las vas a romper y es la única que tenemos — otra voz hizo voltear a Terios y me dejó de vuelta en el suelo.
—Asteron. Hola —Asteron era de pelaje negro y su cornamenta estaba similar a la de Terios, solo que Asteron tenía solo la mitad de un cuerno.
—Kaylee, realmente estás muy crecida. Eres muy mayor — me miró con un poco de nostalgia — aun recuerdo a la pequeña niña que montaba en mis hombros y creía que era un centauro —rió mientras se perdía en sus recuerdos.
—Me alegra mucho verlos, hacía tiempo que no los veía por aquí.
—Eso es porque últimamente te mantienen muy ocupada — respondió Terios —ese padre tuyo. Deberíamos hacerle una visita — hizo tronar sus nudillos.
—Quizás así también me dejaría ir arriba— bromee, pero ellos se pusieron serios.
— ¿Para qué quieres ir arriba? —interrogó Asteron, pero su voz había abandonado ese tono alegre de antes.
—Curiosidad. Es que simplemente… yo… todos han ido….a mí no me deja mi padre…y bueno— me encogí de hombros.
—Pequeña —Terios me habló con la voz más dulce que pudo entonar —estas perfectamente aquí, ¿Para qué contagiarte de la maldad mundana? ¿Para qué contaminarte sus ambiciones avariciosas, sus vicios, sus malas costumbres?
—Yo…realmente me gusta aquí, pero quiero conocer cosas nuevas, conocer nuevos rostros.


Ellos me miraron con esos círculos negros, pero la expresión en sus rostros era relajada y parecía ser comprensiva.


—Quizás tienes razón. Aun eres muy joven y es normal que la curiosidad desborde y más de ti. Nosotros hemos vivido mucho tiempo…—Asteron se quedó callado.
—Simplemente no queremos que nada te suceda Kaylee. Te hemos visto crecer y… bueno.
—Yo también los quiero— le sonreí y abracé a cada uno. —debo irme, iré a ver a mi padre.
—Cuídate, Kaylee. Y visítanos pronto.
—Lo haré.


Seguí caminando hasta que llegué con Mariketa, ella había saludado rápido y se alejó un par de metros o más. Las brujas no tenían una buena historia con los minotauros, y aunque Mariketa nunca se vio en un problema con ellos, le podría traer problemas con los de su «clan» si era vista conviviendo con ellos. Terios y Asteron comprendían bien las cosas y nunca mal miraron a Mariketa o le reclamaron por nada.

El resto del camino fue igual. Mariketa no paraba de hablar, yo no dejaba de atrapar esas palabras clave y los conocidos no dejaban de saludar agitando sus manos en nuestra dirección. Pero así como estaban los amables, también había algunos que no lo eran tanto. En infra tierra habían llegado los oscuros. Ángeles era a lo que más se parecían, alados pero sus alas eran negras completamente y más pequeñas a las que se pintaban de los ángeles comunes. También estaban los espectros, ayudantes de Azrael, el ángel de la muerte más famoso en infra tierra. Pero lo que últimamente había llegado como plaga, habían sido los renegados…los caídos.

Los caídos no eran más que ángeles que habían perdido sus alas por “mal comportamiento”. Aunque no creo que un castigo adecuado por mal comportamiento sea que te arranquen las alas de la forma más dolora, además de dejarte caer desde «el cielo». Pero ellos parecían no preocuparse de eso. Eran arrogantes, egoístas, demasiado altaneros. Los vampiros eran arrogantes, pero su arrogancia no llegaba a la mitad de los caídos.



Mis pasos se volvieron más lentos cuando caminábamos frente al portón. Mi padre me tenía prohibido atravesarlo y Mariketa me había jurado mil veces que ella no lo había cruzado nunca, Zagiel me evadía el tema siempre que le preguntaba y Sora…ella ni siquiera me prestaba atención cuando el tema se daba. Los minotauros tenían prohibido hablarme sobre eso y cuando una arpía estaba por decirme algo sobre eso, de inmediato fue condenada a la evanescencia.

En fin. Llegamos al despacho de mi padre. No sabía que hacía ahí, ¿Qué trabajo podría tener? Caminábamos por un largo pasillo pero una mujer de cabello rojizo, con la piel purpura y los ojos como dos carbones negros, nos detuvo.


—Kayla, tu padre está ocupado.
— ¿Tardará mucho?
—No lo sé, está con uno de los renegados.
—No sé porque insiste en hacer tratos con esos…cabeza hueca.
—No lo sé. Quizás deberías preguntarle— me sonrió, aunque estaba haciendo una broma.
—Tienes mucha razón. Iré a preguntarle ahora.


Antes de que pudiera detenerme me adentré en los pasillos hasta llegar a la puerta de la oficina, esta estaba entreabierta. Cuando estaba cerca, reía como una chiquilla que hacía una nueva travesura. Pero mis pasos se detuvieron cuando la voz de mi padre se escuchó más fuerte, llevando su conversación a pasear por los pasillos.


— ¡No puedes!
—Sam, Sam, Sam— el tono de su voz era una burla.
—Te estoy advirtiendo. Te ofrecí un trato, algo que te conviene. Es eso, o puedes rendirle cuentas al cazador del inframundo y después disfrutar de unas vacaciones en el purgatorio —mi padre se escuchaba realmente molesto.
—No necesito tus tratos, Samael— ¿Samael, lo había llamado Samael? —puedo tener lo que quiera por mí mismo.
—Entonces ¿Por qué viniste aquí?
—Me llevo mucho tiempo decidirme para venir aquí. Dime… ¿Dónde está tu mascota humana? — ¿mascota humana? ¿Quién era ese tipo? — vamos, la has ocultado bastante bien.
— ¿Mi mascota?, William. No sé a qué te refieres con mascota.
—Sabes muy bien de lo que estoy hablando. Esa inmunda rata.
— ¡No te permito que hables así de ella! ¡Qué hables así de mi hija!


¡¿Qué?! Un calambre en mi pierna me hizo dar un pequeño grito y tuve que hacer como si recién llegara a ese lugar. Puse una cara contenta y de emoción, aunque en realidad me encontraba desconcertada por todo lo que había escuchado. Mi padre me miró desconcertado pero respondió a mi sonrisa.


—Hola papi —me acerqué y besé su mejilla.
—Nena, ¿Qué haces aquí?, ahora estoy ocupado — sonaba nervioso y preocupado.
—Lo sé, lo siento. Zohar me dijo que estabas ocupado pero creí que era para evadirme, así que bueno… — me encogí de hombros en señal de culpa.
—Está bien, tranquila.
—No quiero que Zohar tenga problemas.
—No te preocupes. Pero debo terminar este asunto.


Miré al sujeto que se encontraba del otro lado del escritorio. Cabello negro, ojos negros que resaltaban en su piel morena clara, hombros anchos y una sutil belleza que poseían todos los de su tipo. Una sonrisa desagradable se dibujaba en su rostro.


— ¿No, nos presentas? —dijo en un tono burlón.
—Querida, espera afuera. Zagiel no tarda en llegar.
—Mariketa está afuera con Zohar, puedo regresar a casa con ella.
—Está bien. Aunque me gustaría más que esperaras a Zagiel.


Le di una mirada con los ojos entrecerrados y los labios fruncidos, pero después le sonreí. Asentí y di media vuelta para salir de ahí. No escuché otra palabra en mi paseo por el pasillo. Pero aun no podía olvidar esa corta conversación. Estaban hablando de mi, estaba completamente segura. Cuando llegué con Zohar de nuevo, ella se encontraba sola. Zohar era algo parecido a la secretaria de mi padre, por llamarla de una forma.


—Kaylee, Mariketa se fue, dijo que tenía cosas que hacer.
—Está bien, supongo que puedo regresar sola a casa.
—Zagiel no tarda en llegar, si quieres puedes esperarlo.
—No te preocupes, me sé el camino — le sonreí —solo no le digas a mi padre.


Ella me devolvió la sonrisa asintiendo a mi petición. Acomodé mi mochila y salí de ahí.

Mis pasos eran lentos, necesitaba analizar lo que había escuchado «mascota humana, inmunda rata.» eso había dicho el renegado. Pero después mi padre le dijo que no hablara así de su hija, yo soy su hija. No entendía nada sobre esto, tenía que preguntarle a mi padre, a Sora o a Zagiel. Alguno de ellos debía darme una respuesta. Con todo se me había olvidado que mi padre me había dicho que me daría lo que quisiera para mi cumpleaños. En dos semanas cumpliría 19 años, precisamente en un día en el cual la noche sería con luna llena, según las cartas astrológicas que tenía Astaroth. Él era uno de los amigos de mi padre, un oscuro que era mano derecha de Azrael, la diferencia entre Astaroth y los otros oscuros, era que él, había perdido la capacidad de volar, sus alas no le servían para hacer esa acción. No sabía que había de malo en ellas, y no quería incomodarlo con esa pregunta.

Estaba demasiado nerviosa, pensativa y distraída. Tan solo sentí una sacudida y un fuerte agarre. Me voltee con toda la fuerza que pude emplear en ese momento y dejé impactar mi puño cerrado contra algo duro, un grito furioso me hizo abrir los ojos tan grandes que parecían platos…


¡Hello! Estoy muy contenta. Vi muy buena respuesta en los comentarios, realmente me gusta que les guste la historia jeje.

Florencia: perdona si fue un cambio muy brusco, pero imaginé la historia así.
Mr. Slenderman: claro que me gusta el gore ^_^ aunque ya no hacen películas muy buenas de ese genero. Y pues los nombres, bueno algunos de internet otros mi amiga me ayuda con ellos.

Cuídense mucho y nos leemos la próxima.

8 comentarios:

  1. me encantoo *_*
    oh bueno no importa n.n es que lo escribes muyy bien que parece que está pasando en la vida real :)
    espero el prox
    bye cte:)

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  2. ayyy cada vez me emociona mas esto espero el siguiente con ansias cuidate

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  3. Jeje me alegro que recibas buenas criticas ya que la historia es muy buena ,que imaginacion la tuya en verdad, espero el siguiente capitulo ok

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  4. *o* Cada vez que caes mejor, Michelle xD♥. Tienes razón, ya no hacen buenas películas de gore e.e. En fin.. Me gustan los nombres: son raros y misteriosos :B.
    ¡La historia se torna bastante interesante! :DD Ya quiero saber a quien golpeó Kaylee xD.

    ¡Nos vemos! :B

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  5. Ahhh!
    esta genial, te juro es muy emocionante
    me fascina mucho :D
    espero lo próximo
    cuídate nena bye

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  6. ¡Hola! Me leí los capítulos del fic y la verdad que me gustaron mucho *.*
    Yo también subo un fic, por si quieres pasar y echarle un vistazo a ver qué te parece^^

    Te sigo, un beso! :3

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  7. OMG me encanta de verdad lo ame
    espero que subas muy pronto
    te cuida mucho bye

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  8. Lo siento x no comentar labotra ves jejejej bueno psss para k tamb si fue un giro inexperado jajja ^^

    Pero si me me gusto a pesar ee todo aunk los nombres me intrigan de donde los sacastes??????

    Eso ee k es adoptada o alfo asi ohhh eso si k me impresiono y yo k pense k tenia algun poder o k se yo jajajaj

    SIGUE asiiiiiiii! !! :D

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