sábado, 18 de mayo de 2013

Capitulo 2 Mascota humana

El tañido sonido de cada paso en ese solitario vacío comenzaba a generar una alteración incontrolable que fue puesta en mitigación en el único banco que se encontraba en ese salón. Los sonidos casi sordos de cada movimiento parecían una tortura, y el silbido de la hoja cortando el viento mantuvo el cuaderno abierto frente a mi. El profesor daba la espalda mientras el rechinar de la tiza sobre la pizarra reanudaba la irritación en cada nervio resultando en un rechinar de dientes que se apretaban mientras el ruido se volvía más estridente y completamente enloquecedor. La resistencia a abandonar el lugar ganaba fuerza con cada nuevo trazo.

Un movimiento más en aquella muñeca putrefacta y acabaría con ese sonido reiniciandose estridente en mis oídos una y otra vez. La paz reinó justo a tiempo, antes de que el instinto asesino impactara contra el zombie incluso en la posibilidad presente de su regreso por una justificada venganza, sosteniendo con ese pensamiento la sospecha de mi ascendiente locura, ahora confirmada.

Y en el engaño del juego de aula a una clase muerta, la atención prestada a través del cristal reubicando los pensamientos a la línea de vida en ese lugar. Todo, desde el primer recuerdo ha sido así, sin distinción del día y la noche que no existiría sin la rutina, las deliciosas meriendas de Sora y el despertador. Sin luna tras el ocaso, sin sol al amanecer. En la subterra el cielo azul era una fantasía que vivía solo de la añoranza, donde al mirar arriba lo único que existía era una mezcla de humos volátiles en tonos verdoso, rojo y gris, que cerraban la verdadera naturaleza de lo que estaba encima de nosotros. Una aurora boreal insípida y triste.

No cielo azul, no nubes, no estrellas. El color del día dominado por el cobrizo matizado en predominante anaranjado que se mezclaba ruidosamente con un púrpura degradado a gris, sin armonía,  sin vida a la cual aferrarse en un calor artificial. Una terriblemente vana imitación de lo que debía ser una atardecer “arriba”. En toda mi vida nunca vi un atardecer en persona, siempre fue Mariketa quien los describía, quien en su vista y recuerdos glorificaba la imagen de un sol oculto en el horizonte mientras mostraba sus últimos rayos de luz. Y entre todas las maravillas, la tecnología obtenida gracias a Zagiel representaba una favorita, un regalo de cumpleaños que no había puesto contento a mi padre.


—Señorita ¿está atendiendo mis palabras?— una voz vacía me resonó de repente rompiendo la ensoñación.
—Lo siento —la disculpa no fue sincera y la mirada hueca lanzó la advertencia.
—Ponga atención.


Los ojos se fijaron al frente mientras mi mente intentaba dibujar aquellos escenarios en un deseo imposible de tocarlos. Una hermosa vista a la luz de la luna llena, una caminata en la playa con el sol acariciando mi piel, con la sensación sedosa de la arena bajo mis pies y el viento haciendo voluntad en mi cabello. Todo reducido a una sola palabra: “Libertad”.

La voz del profesor hacía imposible mantener los ojos abiertos, y en una cuenta de segundos tratando de mantener la atención apareció el reproche mental. No necesitaba nada de esto, se lo había dicho a mi padre. Pero él parecía atender sus propias razones.

La lección terminó, y el zombie me dirigió esas cuencas que solo mantenían un rastro de lo que pudieron haber sido sus ojos y después salió por la puerta. Un pesado suspiro denotó el cansancio y el aburrimiento mientras esperaba por el próximo muerto andante; ¿Música? ¿Francés? ¿Alemán? ¿Ruso? ¿Baile clásico? No sabía qué era lo que seguía. Las cosas cambiaban según el ánimo de cada uno, y en realidad no importaba. No es como si tuviera algo más que hacer.

Tras una espera de diez minutos y sin la vista de ni una sola alma retomé el cuaderno con empastado en color negro y las esquinas enmarcadas en plata. Un regalo de mi padre cuando cumplí 18 que no había sido abierto hasta hace un par de semanas.

La hoja adherida a la segunda página fue nuevamente objetivo de mis ojos, mientras estos bailaban en las palabras que ahí se encontraban un suspiro se colgó junto al pensamiento del significado, cada palabra permanecía presente, haciendo eco un una melodía familiar, tan inmersa que la cercanía a mis espaldas fue notoria hasta que la voz la acompañó. Un vistazo bastó para que el amargo se aferrara a mi lengua y comenzar a descender por la garganta, bajar más y más hasta que la náusea fue inevitable produciendo un dolor ligero, desagradable. 


— Sorpresa, sorpresa —mostró sus dientes cuando me dio esa sonrisa que amenazaba con partir su rostro.
— ¿Acaso no tienes algo productivo en que ocupar tu tiempo? —la atención fue devuelta al cuaderno.
—Tenía pensado ir arriba, estaba pensando invitarte a venir conmigo, pero recordé que tu querido padre mantiene la llave de tu jaula bajo su resguardo.
—Araqiel, puedes guardarte tus comentarios. No me molestan en lo absoluto — una voz monótona provocó la irritación.
—Eres un caso perdido entonces — chasqueó, pero su sonrisa no desapareció, se apretó en un vano intento por ocultar la molestia—. Tendré que averiguar qué es lo que te molesta, Kaylee.
—Kayla para ti. Y eso debiste notarlo al entrar, podría ser… esto— extendí mis brazos en su dirección haciendo un ademán para señalarlo entero.
—Sigues con tu buen humor— me levanté tomando mis cosas.
—Es una lástima que tú lo arruines.


Pasé a su lado, su mano se movió para intentar tomarme del brazo, en un acto reflejo retiré el brazo y extendí la mano, el anillo que adornaba mi dedo emitió destello y el cuerpo de Araqiel quedó completamente inmóvil. La mofa acompañada de un movimiento negativo de cabeza mientras su mirada amenazaba la mía a la inminente huida.

Perderlo de vista no extinguió el problema, la auto-reprimenda repetía el acto casi irresponsable que había desencadenado todas las consecuencias englobadas en su nombre, y ahora debía rendir cuentas a mi padre por haber usado el anillo contra Araqiel. Pensaba en el sermón y el castigo, la distracción pudo haber influido en el equilibrio de no ser por la estruendosa risa que vino después cuando en el intento de incorporarme Mariketa se cubría la boca con las manos. 


—Mariketa ¿Qué se supone que haces?
—Disculpa por hacerte caer, pero parecías tener prisa. ¿No deberías estar en clase?
—Sin profesor, no es mi culpa— levanté las manos en un gesto de inocencia.
—Bueno, entonces quizás deberíamos ir a tu casa, seguramente Sora encontrará algo en que ocupar nuestro tiempo.
—Posiblemente. Aunque creo que no estará feliz de verme.
— ¿Por qué no visitamos a tu padre? Seguramente si le dices que no había zombie para la clase, entonces no te dará un sermón.
—Quizás...


Al final del día él lo sabría. Tenía una forma de saber las cosas que sucedían a mi alrededor, sin importar su naturaleza, no podía esconderle nada, excepto lo de Araqiel. Mariketa había usado uno de sus hechizos para cubrir tal experimento y hasta ahora, había funcionado perfectamente.

Y mientras más se acercaba el no tan arruinado edificio, cada pensamiento llevaba una excusa sobre el uso del anillo, lo cual, me hacía pensar que mi padre en realidad sabía todo alrededor del asunto. La distracción en el paisaje era una pérdida de tiempo al ser exactamente el mismo hundido en niebla, humo, y esos colores invadiendo por completo. Los que se encontraban cerca, o quienes veíamos en nuestro camino eran los mismos rostros de siempre. No eran personas. La palabra para una descripción general podría ser «criaturas». Diferentes en el exterior, pero compartían su mundo.

Conocía a cada uno de ellos desde que era una niña, recuerdos de una infante que nunca les tuvo miedo, que había crecido entre ellos, rostros que conocía de toda mi vida y algunos de ellos, como Sora, eran parte de mi familia.

Mariketa paraba de hablar, su lengua tenía la habilidad de moverse demasiado rápido y pronunciar todo un recital de una hora, reducido a diez minutos. La costumbre a su forma de plática tan ansiosa y apresurada ayudaba, había aprendido a escuchar atentamente palabras clave que me diera una respuesta cuando ella preguntara sobre su conversación.

Y en la línea del camino un minotauro se volteo hacia nosotras, una estatura cerca de dos metros y medio, con el pelaje café oscuro, unos enormes ojos negros, un aro en la nariz y con un cuerno faltante en su imponente cornamenta. Su hocico se abrió y una risa que parecía ser de entusiasmo se dejó escuchar, avanzó rápidamente hacia nosotros y me levantó sobre su hombro sosteniéndome de las piernas.


— ¡Kaylee! Mírate, como has crecido— su voz era grave pero amable.
—También me da gusto verte, Terios— una carcajada temblorosa escapó sin que pudiera evitarlo.
—Basta, bruto animal. Las vas a romper y es la única que tenemos— otra voz hizo voltear a Terios atendiendo de inmediato la llamada de atención al devolverme al piso.
—Asteron, hola— Asteron era de pelaje negro y en su cornamenta, también incompleta, faltaba la mitad de un cuerno.
—Kaylee, realmente has crecido mucho— su voz parecía estar llena de nostalgia—. Aún recuerdo a la pequeña niña que montaba en mis hombros que no podía diferenciarme de un centauro— rió mientras se perdía en sus recuerdos.
—Me alegra mucho verlos, hacía tiempo que no aparecían por aquí.
—Eso es porque últimamente te mantienen muy ocupada— respondió Terios—. Ese padre tuyo, deberíamos hacerle una visita— hizo tronar sus nudillos.
—Quizás así también me dejaría ir arriba— bromeé, pero su expresión se ensombreció.
— ¿Para qué quieres ir arriba? —interrogó Asteron, pero su voz había abandonado ese tono alegre de antes.
—Curiosidad. Es que simplemente… todos han ido, y aún no comprendo la prohibición de mi padre, y bueno...— me encogí de hombros.
—Pequeña —Terios me habló con la voz más dulce que pudo entonar—. Estás perfectamente aquí, ¿Para qué contagiarte de la maldad mundana? ¿Para qué contaminarte sus ambiciones avariciosas, sus vicios, sus malas costumbres?
—Realmente me gusta aquí, pero quiero conocer cosas nuevas, conocer nuevos rostros.


Ellos me miraron con esos círculos negros, la expresión en sus rostros volvió a ser relajada, parecía comprensiva.


—Quizás tienes razón. Aún eres muy joven, es normal que la curiosidad desborde y más de ti. Nosotros hemos vivido mucho tiempo…—Asteron se quedó callado.
—Simplemente no queremos que nada te suceda, Kaylee. Te hemos visto crecer y bueno...
—Yo también los quiero— le sonreí y abracé a cada uno—. Debo irme, iré a ver a mi padre.
—Cuídate, Kaylee. Y visítanos pronto.
—Lo haré.


La caminata se reanudó reuniéndome nuevamente con Mariketa, ella había saludado rápidamente y se alejó un par de metros o más. Las brujas no tenían una buena historia con los minotauros, y aunque Mariketa nunca se vio en un problema con ellos, podrían existir problemas con su «clan» si era vista conviviendo con ellos. Terios y Asteron comprendían las cosas y nunca hubo reclamo.

Y Mariketa no paraba de hablar, yo no dejaba de atrapar esas palabras clave y los conocidos no dejaban de saludar agitando sus manos en nuestra dirección. Pero así como existían Terios y Asteron, también había algunos que afilaban las garras tan solo de verme. 
En Subterra habían llegado los oscuros. Ángeles era a lo que más se parecían. Alados con plumas totalmente negras pero, sin embargo, más pequeñas a las que se pintaban de los ángeles comunes. También estaban los espectros, ayudantes de Azrael, el ángel de la muerte más famoso en Subterra. Pero lo que últimamente había llegado como plaga, habían sido los renegados, los caídos.

Los caídos no eran más que ángeles que habían perdido sus alas por “mal comportamiento”. Aunque no creo que un castigo adecuado por mal comportamiento sea que te arranquen las alas de la forma más dolorosa, además de dejarte caer desde «el cielo». Pero ellos parecían no preocuparse de eso. Eran arrogantes, egoístas, demasiado altaneros. Los vampiros eran arrogantes, pero su arrogancia no alcanzaba la mitad de los caídos.


Cada paso se ralentizó con la cercanía al portón que parecía estar en medio de la nada, el cual, mi padre me tenía prohibido atravesar, y Mariketa había jurado mil veces que ella no lo había cruzado nunca, Zagiel evadía el tema siempre que le preguntaba y Sora… ella ni siquiera me prestaba atención cuando el tema se daba. Los minotauros tenían prohibido hablarme sobre eso y cuando una arpía estaba por abrir la boca, de inmediato fue condenada a la evanescencia.

Y a unos metros estaba el no tan desgastado edificio donde mi padre pasaba largas horas. No sabía que hacía ahí, que trabajo podría tener. El camino hasta el despacho atravesaba un largo pasillopdonde una una mujer de cabello rojizo con la piel purpura y los ojos como dos carbones negros, nos detuvo.


—Kayla, tu padre está ocupado.
— ¿Tardará mucho?
—No lo sé, está con uno de los renegados.
—No sé porque insiste en hacer tratos con ellos— y quizás nunca lo haría.
—No lo sé, deberías preguntarle— me sonrió, aunque estaba haciendo una broma.
—Tienes mucha razón, iré a preguntarle ahora.

Antes de que pudiera detenerme me adentré en los pasillos hasta llegar a la puerta de la oficina, esta estaba entreabierta. Cuando estaba cerca, la emoción de la travesura acompañóla risilla que estaba a punto de ser empleada, pero mis pasos se detuvieron cuando la voz de mi padre se alzó en el eco llevando su conversación a pasear por los pasillos.

— ¡No puedes!
—Sam, Sam, Sam— el tono de su voz llevaba implícita la burla.
—Te estoy advirtiendo. Te ofrecí un trato, algo que te conviene. Es eso, o puedes rendirle cuentas al cazador del inframundo y después disfrutar de unas vacaciones en el purgatorio— mi padre se escuchaba realmente molesto.
—No necesito tus tratos, Samael— ¿Samael, lo había llamado Samael?—. Puedo tener lo que quiera por mí mismo.
—Entonces ¿por qué viniste aquí?
—Me llevó mucho tiempo decidirme, si te soy sincero. Dime ¿dónde está tu mascota humana?— el silenció reinó largos segundos denotando la tensión en mi padre—. Vamos, la has ocultado bastante bien.
— ¿Mi mascota?, William, no sé a qué te refieres con mascota.
—Sabes muy bien de lo que estoy hablando, esa inmunda rata.
— ¡No permito que hables así de ella! ¡Qué hables así de mi hija!

Un calambre en mi pierna me hizo revelar mi presencia, y en la intención de no verme envuelta en problemas tuve que pretender si recién llegar a ese lugar modificando la expresión abrumada por la emoción de una hija escondiendo el desconcierto por todo lo que había escuchado. Mi padre me miró en una mezcla de confusión e inquietud, más correspondió la sonrisa.


—Hola, pa'—. me acerqué y besé su mejilla.
—Cariño ¿qué haces aquí? ahora estoy ocupado— sonaba nervioso y preocupado.
—Lo sé, lo siento. Zohar me dijo que estabas ocupado pero creí que era para evadirme, así que bueno…— me encogí de hombros en señal de culpa.
—Está bien, tranquila.
—No quiero que Zohar tenga problemas.
—No te preocupes, pero debo terminar este asunto.

Fue inevitable examinar al sujeto que se encontraba del otro lado del escritorio. Cabello negro, ojos negros que resaltaban en su piel morena clara, hombros anchos y una sutil belleza que poseían todos los de su tipo. Una sonrisa desagradable se dibujaba en su rostro.

— ¿No, nos presentas?— nuevamente la mofa combinada con algo más.
—Querida, espera afuera, Zagiel no tarda en llegar.
—Mariketa está afuera con Zohar, puedo regresar a casa con ella.
—Está bien. Aunque me gustaría más que esperaras a Zagiel.

En una situación como esa, donde la angustia era palpable no fui capaz de contradecirlo. Un asentimiento bastó como respuesta antes de abandonar la estancia sin escuchar una sola palabra más, sin embargo, las palabras se repetían constantes, instalándose con un dolor que apuntaba a las dudas señalando el hecho de ser a quien se referían. Y al detener el paso frente a Zohar, ella se encontraba sola. 

—Kaylee, Mariketa se fue, no dijo demasiado solo que se adelantaría.
—Está bien, supongo que puedo regresar sola a casa.
—Zagiel no tarda en llegar, si quieres puedes esperarlo.
—No te preocupes me sé el camino— la sonrisa pretendía dar una tranquilidad que no experimentaba por mi cuenta—. Solo no le digas a mi padre.

Ella correspondió la sonrisa asintiendo a mi petición, y simplemente salí de ahí.

Cada paso pesaba, necesitaba analizar lo que había escuchado «mascota humana, inmunda rata.» eso había dicho el renegado, pero después de la defensiva de mi padre la posibilidad de que yo fuera esa rata parecía más un hecho. Sin entender nada, las respuestas, claras y concisas podrían venir solo de mi padre, de Sora o Zagiel. Alguno de ellos debía saberlo, lo sabían, tal vez en el deseo del conocimiento y en deshacerme de la sensación extraña que se había instalado en mi podría pedir verdades como regalo de cumpleaños. En dos semanas cumpliría años, una noche con luna llena según las cartas astrológicas que tenía Astaroth, quien era uno de los amigos de mi padre, un oscuro mano derecha de Azrael. La diferencia entre Astaroth y los otros oscuros, era que él había perdido la capacidad de volar, sus alas no servían más. No sabía que había de malo en ellas, y no quería incomodarlo con esa pregunta.

Demasiado nerviosa, pensativa y distraída para, de nuevo, advertir la presencia que en una sacudida me sostuvo en un fuerte agarre. La reacción fue inmediata en busca de usar el anillo, pero el golpe fue más natural, el puño impactó duro obteniendo como respuesta un grito furioso que deformó el rostro del oscuro. Quizás fue la emboscada, quizás la adrenalina, la reacción de mi cuerpo o los acontecimientos recientes, tal vez el vacío conjunto del abismo en esos ojos hizo que la realidad pareciera extraña, que se deformara en el frágil cristal de la armonía en que había vivido por tantos años, volviéndolo ajeno, de alguien más.

8 comentarios:

  1. me encantoo *_*
    oh bueno no importa n.n es que lo escribes muyy bien que parece que está pasando en la vida real :)
    espero el prox
    bye cte:)

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  2. ayyy cada vez me emociona mas esto espero el siguiente con ansias cuidate

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  3. Jeje me alegro que recibas buenas criticas ya que la historia es muy buena ,que imaginacion la tuya en verdad, espero el siguiente capitulo ok

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  4. *o* Cada vez que caes mejor, Michelle xD♥. Tienes razón, ya no hacen buenas películas de gore e.e. En fin.. Me gustan los nombres: son raros y misteriosos :B.
    ¡La historia se torna bastante interesante! :DD Ya quiero saber a quien golpeó Kaylee xD.

    ¡Nos vemos! :B

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  5. Ahhh!
    esta genial, te juro es muy emocionante
    me fascina mucho :D
    espero lo próximo
    cuídate nena bye

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  6. ¡Hola! Me leí los capítulos del fic y la verdad que me gustaron mucho *.*
    Yo también subo un fic, por si quieres pasar y echarle un vistazo a ver qué te parece^^

    Te sigo, un beso! :3

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  7. OMG me encanta de verdad lo ame
    espero que subas muy pronto
    te cuida mucho bye

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  8. Lo siento x no comentar labotra ves jejejej bueno psss para k tamb si fue un giro inexperado jajja ^^

    Pero si me me gusto a pesar ee todo aunk los nombres me intrigan de donde los sacastes??????

    Eso ee k es adoptada o alfo asi ohhh eso si k me impresiono y yo k pense k tenia algun poder o k se yo jajajaj

    SIGUE asiiiiiiii! !! :D

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